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Reloj
martes, 23 de junio de 2015
La vida
Me sentía raro, una sensación extraña recorría mi pecho y se
iba introduciendo lentamente en lo más profundo de mi corazón, quizás era mi
culpa por hacer o no hacer ciertas cosas. Lo cierto es que para suerte o por
desgracia uno ya estaba curado de espanto, y ya pocas cosas me afectaban
fuertemente.
Yo estaba "secuestrado" por mis sentimientos. Mi
corazón me decía una cosa, pero la cabeza otra cosa, éstas dos nunca se habían
puesto a bailar a compás. A todo lo anterior se añadía una terrible rutina y
una soledad que me ahogaba, me dejaba sin respiración. Yo siempre he querido
ser una buena persona de la cual la gente se sintiera orgullosa y que el día en
el yo ya no estuviera me recordaran, aunque esta tarea a simple vista sencilla
se me complicaba día a día viendo a la sociedad que me rodeaba. No podía
aguantar más.
Una semana más tarde y ya sumido en una profunda depresión,
me levanté con ganas de cambiar el mundo, aunque sería difícil, tenía que
intentarlo por mí y por la gente a la que quería y sigo queriendo.
Me vestí con unos vaqueros y una sudadera, quizás un poco
ligero para estar en pleno invierno, pero eso daba igual, no importaba nada.
Bajé a toda velocidad las escaleras de casa, presioné el interruptor para abrir
las puertas que daban al exterior. Por un momento pensé echarme atrás pero la
situación no me lo permitía sólo cabía la opción de avanzar.
Después de vagabundear por
varias calles con la mente puesta en no sé en qué, me paré, miré al suelo y me
rendí, me habían vencido,pero la batalla continuaría.
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